domingo, 30 de enero de 2011

Anécdotas de hostal III

4. Mi primera vez: La verdad es que empecé tarde a ir a un hostal. Siempre había tenido la suerte de no requerir uno por diferentes razones, pero esta vez quedé con una amiga en irnos a un lugar privado todo el día.

Recuerdo que antes de ello, mientras recorría Lima en combis, miraba cual sería un lugar apropiado si decidiera ir a uno. Una zona interesante me parecía toda la Universitaria, alejado de donde vivía y hostales nuevos recién inaugurándose en grandes cantidades. Pero esa primera ve fue en Lince, en un lugar bastante cómodo pero caro. 

El primer instante vergonzoso fue que la recepcionista era una señora mayor, que me trataba con la gentileza que trata una abuelita a su nieto. Esperaba a alguien menos expresivo, que le importe menos mi estadía en el lugar, pero tanto cariño fue algo bochornoso. El segundo fue que tuve que bajar nuevamente a cambiar de habitación y lidiar nuevamente con la señora, quien esta vez subió conmigo a constatar y a acompañarnos hasta la puerta de la nueva habitación.

La tercera fue que después de un par de vasos de ron y gaseosa (a pedido de ella, porque a mi no me gusta tanto el ron) mi amiga se puso mal, así que la botella combinada regresó a mi casa. Obviamente el momento de disfrute fue bastante corto pues un par de horas después de ingresar tuve que llevarla a su casa nuevamente. 

5. Su primera vez: Es difícil saber si tu pareja nunca ha entrado previamente a un hostal. Algunas amigas me han dicho que prefieren no decirlo o minimizar el numero de veces, tampoco sugieren lugares, por mas cómodos que les haya parecido. En este caso, tenía la absoluta certeza que mi enamorada nunca había ido (19 años, virgen, meses para romper el tabú, etc), y ya necesitábamos privacidad.

Estábamos a unas cuadras de su casa y ese momento se dio, así que buscamos un hostal cerca a su casa porque no disponíamos de mucho tiempo. Ella entró muy nerviosa, pero el pata que nos atendió fue lo bastante discreto e inexpresivo, por lo que ella no se sintió observada o incomoda. Entramos a la habitación y empezamos a desnudarnos, a tocarnos, a explorar ese cuerpo ardiente de pasión que había accedido al deseo. Los previos fueron largos (como amerita una primera vez) y cuando ya estaba llegando el momento copulatorio en si, escuchamos una discusión en un piso, una pareja discutiendo. Al instante vino el pata de recepción a decirles que no hagan bulla sino los sacaban. A los 5 minutos nuevamente la bulla, y casi al instante aparecen 2 carros de serenazgo frente al hostal. Los serenos ingresaron a intervenir directamente al cuarto donde discutían, pero desconozco que problemas ocurrieron ahí, porque pidieron que venga mejor la policía para que los apoye. Luego de 10 minutos, 2 camionetas de serenazgo, un patrullero y una moto de la policía, y  diversos vecinos y curiosos que pasaban por ahí, atraídos por sirenas y las luces del patrullero, se encontraban todos en la puerta del hostal. Era imposible salir sin ser vistos, y mi enamorada reconoció a algunos vecinos parados al frente del hostal, así que decidimos esperar a que termine todo para poder salir. 

Mientras tanto ella recibía mensajes de su hermana al celular para que regrese a casa inmediatamente. Obviamente toda esa situación acabó con lo que pudo ser una hora cargada de pasión y deseo, se convirtió en susto y en una eterna espera para poder salir. Así pasaron mas de 30 minutos hasta que se fue la policía, el serenazgo y los mirones. Así también salimos nosotros del hostal, sin haber terminado lo que fuimos a hacer, y para ella una experiencia inolvidable de su primera vez en un hostal.

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